Budo no es un niño corriente. Es curioso, inteligente, valiente y
divertido; le encanta ir al colegio con Max, escuchar las lecciones de
la señorita Gosk y descubrir nuevos lugares en los que investigar. Pero
Budo también es capaz de atravesar paredes, estar enfrente de una
multitud de personas y ser completamente imperceptible, e incluso
permanecer vivo sin haber comido ni bebido en toda su vida. Y es que,
como ya se ha dicho, Budo no es un niño corriente: es un amigo
imaginario, surgido de la mente de Max.
Como todos los amigos imaginarios del mundo, Budo estará en la tierra
siempre que Max siga creyendo en él; por eso mismo, sabe que su tiempo
se está agotando, pues tarde o tembrano Max crecerá, se olvidará de él y
entonces desaparecerá, como tantos otros antes que él. Hasta entonces,
lo único que puede hacer es permanecer a su lado, ayudar a Max a
comprender la realidad, que tan complicada le resulta a veces, y buscar
la manera de existir para siempre. Sin embargo, el orden de sus
prioridades cambia radicalmente cuando Max se encuentra en peligro y
comprende que él es el único que puede salvarle.
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